martes, 12 de octubre de 2010

“¡Me pones nerviosa!”, Patos y hormigas.


Un título un tanto extraño en este soleado día que hoy alumbró los patios. Llegué más feliz de lo normal, nadie sabe el por qué, Nico tampoco, pero en fin, mi vida pasaba por unos temas musicales nuevos que encontré, recitando esos versos se me veía con ligeros pasos caminar por los ruidosos pasillos.

Una voz me llama, era Astrid, una amiga de un año menor, recorrimos el colegio, en lentos pasos, su lento caminar derrochaba mi energía, pero la luz del sol me llenaba de nuevo. Yo quería seguir escuchando mi música, se lo comenté, y seguí por los pasillos. A lo lejos veo a Luján, que cuando la vi ¡Estaba feliz! Yo no lo podía creer, algo reconfortante, le pregunte en un exaltado tono –“¿Todo Bien?”. Ella con una sonrisa media escondida dijo que sí, el corazón de alegría se me llenó.

Cuando el timbre sonó, le pedí por favor que nadie le quite esa felicidad que conservaba.

En el otro recreo otra vez vi a Luján, pero esta vez, estaba diferente, con sus dos puños en su boca, la imito, pero nada consigo, en uno de los patios, puse música y a su vez intentaba saber que le había pasado, solo me comentaba lo de siempre, que en su curso la trataban mal, y varias cosas, pero nada nuevo…
Y de tanto que yo daba vueltas a su alrededor conocí un nuevo estado en su persona, gritó “¡Me pones nerviosa!”, y yo pensaba, “Al fin algo nuevo”, pero nada me dijo, le comente que podía hablar más sobre el muro en el que estábamos, donde había un par de patos pintados que en filas andaban y tres hormigas que jugaban, es decir podría hacer una construcción sobre cualquier tipo de cosa menos sobre ella.

Le pedí que por favor solamente piense en lo bueno que estaba por venir, y deje el pasado en otra etapa, que no cambie, que evolucione. Recitando fui para mi aula, sin esperar una respuesta de su parte.

Perdón por lo extenso, y tengo muchas cosas más para contar, pero es tan difícil expresar, que a veces necesito parar. 

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